"Cultura como usina, como fábrica de símbolos de un pueblo. Cultura como un conjunto de signos de cada comunidad y de toda la nación. Cultura como el sentido de nuestros actos, la suma de nuestros gestos, el sentido de nuestro modo de vida." [GIL, Gilberto. Discurso de asunción como Ministro de Cultura de Brasil, 2003]

domingo, 25 de julio de 2010

Perdida en Lost


Estos días terminé de ver completa la serie Lost, de nuevo. Desde que finalizó el 23 de Mayo pasado, decidí ver las 6 temporadas en hilo, a ver si así comprendía cosas que a veces me quedaban al aire, o, mejor aún, entender la lógica que guió los caminos de sus personajes, a juicio de sus creadores, lo que realmente importaba sobre Lost.

Una historia sobre un avión, el vuelo 815 de Oceanic, que se estrella en una isla, pero no cualquier isla…

Durante sus temporadas vamos descubriendo las propiedades especiales de este lugar, sus secretos, su pasado, incluso su futuro, en algún momento. Y es que Lost juega con el tiempo, moviéndolo a su antojo, incluso desde su primera temporada cuando usaba Flashbacks para presentar a los personajes de la isla. Y ahora que se cumplen dos meses desde el término, comienzo a pensar en los tiempos, en los espacios y en las relaciones que produjeron el éxito de Lost, así como maravilló a sus seguidores.

La historia del doctor, el hombre, el héroe, pero también de sus fallas, de su obsesión por arreglarlo todo, y su fracaso continuo cuando trataba de su propia vida. Así como otro de los personajes, un hombre rudo y desligado que en el fondo, era tan sensible como cualquiera. Quizá y tenían razón sus guionistas al decir que, mirando el camino de sus personajes, los misterios de la isla pasaban a un segundo plano.

La temporada final, la sexta, es un claro debate entre dos equipos, del bien y el mal, pero, nunca queda claro cual es cada uno, porque las líneas que los separan se vuelven borrosas, y no hay blanco y negro, si no muchos grises que confunden, pero a la vez acercan al espectador, haciéndole entender que incluso en las grandes ligas de poder, los miedos y las ansias cambian a la gente, que eventos mínimos desencadenan catástrofes, que involucran a mas personas, y que lo hecho, hecho está y al intentar cambiarlo solo se cumple un destino.

Hubo muchas discusiones sobre el capitulo final, mucha gente que no quedó conforme, quizá porque querían saber qué eran los números que repitieron por 6 años, o responder muchas de esa clase de interrogantes. Incluso los que alegaron por el significado que se le otorgó a esa realidad paralela presente en la última temporada. Y no entraré en detalles sobre ello porque, a mi me gustó, pero solo viéndola completa, la serie, uno puede opinar sobre qué le pareció.

Y es ahí donde entra un alegato entre ciencia versus fe. Tan como hubo entre los personajes principales de la serie en reiteradas ocasiones. Quizá habían personas que necesitaban un significado científico para el desenlace, que querían respuestas concretas a lo que ocurría en la isla tropical en medio del Pacífico sur donde habían osos polares y mounstros de humo negro. Pero, se optó por la fe, y al final nos encontramos en dos finales, uno, donde se hace un claro hincapié religioso, pudiendo ser sobre cualquier religión del mundo, un símbolo, una muestra. Y el otro final, cerrando de forma circular para unirse al inicio de la serie, al primer capítulo, al primer cuadro de Lost.

Hay gente que no necesita detalladas explicaciones para comprender el contenido, o para creer en él, otras si, y es el debate, porque, si bien se llenó a misterios, dando la ilusión de que en algún momento se responderían, era de esperarse que para el final, importara lo que dieron desde el inicio, a quienes hicieron sus historias y sacaron de si lo que realmente eran mientras permanecieron en la isla.

Si cada uno de ellos estaba perdido al comienzo de Lost, se encontraron, y luego, pudieron dejarlo ir.


Rocío Sandoval Vinés.

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